Omar Eduardo Gil

Director División Derecho Penal y Disciplinario del Centro de Servicios y Asesorías Censea SAS

Hace pocos días, se hizo público en las redes sociales, y luego en un canal de televisión, un video que muestra la intervención de un fiscal en una audiencia. Nada raro tendría ello a no ser por la seria aflicción que se notaba en el funcionario al quejarse, con razón, dice la mayoría, por las condiciones en que tanto él como sus pares deben realizar su trabajo.

Para quienes de una u otra forma deben intervenir en una diligencia de carácter penal no es un secreto, así algunos lo quieran minimizar y hasta desmentir, que las condiciones de trabajo en la Fiscalía dejan mucho que desear y hasta resultan atentatorias contra la dignidad humana de quienes tienen bajo su responsabilidad el ejercicio de la acción penal. Esta es una muestra de ello: los que saben, por vivirlo a diario, dicen que un fiscal de aquellos que llaman “de indagación” tiene a su cargo, por virtud de una reciente reestructuración y en el mejor de los casos, un poco más de mil carpetas o investigaciones entre desformalizadas y las pendientes de ir o no a juicio; dicen que el fiscal debe desarrollar su trabajo y ejecutar su programa metodológico impartiendo órdenes a solo un policía judicial, que debe atender tres despachos más, cuando lo mínimamente justo sería que cada fiscal tenga al menos tres investigadores a su servicio.Y dicen también que, aunque estemos en la moda de la virtualidad y lo digital, que muchos todavía se resisten a implementar y utilizar, el papel es bastante escaso, así como las fotocopiadoras o los insumos indispensables para que funcionen.

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